El voló y yo rodé...
El proyecto documental “A
ras del cielo” surgió a raíz de un deseo personal de retratar a
alguien viviendo una experiencia fuera de su control, sacándola de
su entorno y llevándola a volar en parapente. La persona escogida
fue Mario, un chico de 26 años, quien hace cuatro, por un lamentable
suceso no puede volver a caminar y queda destinado a moverse en una
silla de ruedas. Fueron dos las razones de haberlo escogido a él y
no a otra persona, la primera fue su condición de limitación
física. El gesto de llevar a volar a alguien que por su limitación
está destinado a permanecer en tierra, no es comparable con el
resultado de llevar a alguien que pueda caminar, esto visto no solo
desde la reacción del individuo al momento de volar, sino también
desde el punto de vista del público al evaluar las razones de llevar
a uno u otro. La segunda razón ha sido la actitud de Mario frente a
su realidad, la forma como él afronta su vida. Mario vende chiclets
en un semáforo en el parque del Poblado. Todos los días se
desplaza desde su casa, ubicada en Campo Valdés, hasta el parque en
su silla de ruedas impulsado por sus brazos en un recorrido que dura
algo más de una hora. En el parque, trabajando, la actitud para con
las personas a las cuales les ofrece sus productos inspira buena
energía y al hablar con él se le nota el optimismo. La imagen del
personaje que el documental pretende mostrar es la de una persona sin
limitación mental, optimista y trabajadora, no es una mirada con
lástima debido a su limitación, y el fin mismo del documental es
mostrar a esa persona, confiada de si misma viviendo una aventura sin
límite.
El documental ha sido un
“experimento” psicológico en el cual se pretende documentar la
reacción de una persona ante una vivencia poco convencional. El
problema ético es no mostrar a ésta persona como un “ratón de
laboratorio”, sino como un individuo con una realidad particular y
una visión del mundo. La propuesta que se le hizo a Mario a la hora
de plantearle hacer el documental fue clave para el desarrollo del
mismo y la confianza que él brindó en el proceso. Literalmente se
le hizo la invitación a volar haciéndole la aclaración sobre el
interés de filmarlo en su cotidianidad, para mostrarlo trabajando y
en su desplazamiento a través de la ciudad. La respuesta fue
positiva y hubo una motivación mayor por el hecho de incluir su
realidad en el documental, puesto que se sintió protagonista (y así
lo es) del film. Él hubiera accedido simplemente a dejarse filmar
en el vuelo, puesto que la principal razón por la cual quiso hacerlo
fue su deseo personal de volar, de vivirlo y al ver la oportunidad la
tomó, pero el hecho de darle importancia a su vida incrementó su
interés por ayudar. Todo el tiempo Mario ha tenido en su cabeza que
el objetivo del documental es un mensaje de superación personal,
idea que en parte es cierta pero la imagen que él refleja es la de
un hombre que no tiene problema para afrontar su vida y su condición
y el objetivo del documental es la de acompañarlo en su vivencia.
Este detalle en particular nunca fue explícitamente conversado
(superación personal) pero siempre estuvo presente y claro en la
forma como fue filmado (acompañamiento).
El documental desde su
inicio fue planteado como un documental participativo lo cual no fue
desarrollado durante la parte inicial del rodaje. Inicialmente el
equipo de producción nos dedicamos a filmar a Mario en su
cotidianidad con una mirada un poco lejana y procurando no interferir
mucho en esa realidad con la intención de retratarlo lo más
fielmente posible y solo hasta cuando literalmente sacamos a Mario de
su entorno llevándolo al sitio de vuelo logramos una cercanía con
él, acercándonos a la intención primera. La conclusión ante este
hecho es la implicación, las consecuencias de hacer el documental
tanto para Mario como para el equipo de producción, las cuales
produjeron un cambio interior en todos, lo cual se ve y se siente en
la imagen. Antes de sacarlo, Mario literalmente se sentía en una
posición privilegiada, el centro del universo, con toda la atención
encima y el equipo de producción veía en Mario al “personaje”,
al cual hay que seguir y filmar como parte del paisaje y
protagonista. En el momento en que interferimos su vida, surgió en
todos otra sensación, para Mario salir de la ciudad después de
muchos años de no hacerlo y muchos kilómetros recorridos impulsados
por sus brazos fue sumamente positivo, la forma como se nos mostró
fue más humilde y para el equipo Mario era más cercano. Ya para
cuando se pudo realizar el vuelo todos estábamos más relajados y
fue más natural.
Mario es un estrato
social bajo alto, mientras que el equipo de producción medio alto,
este detalle puede no ser de importancia, pero para este documental
si lo era debido a la propuesta misma, el llevar a volar a un chico
en silla de ruedas, lo cual implicaba filmarlo, llevarlo en carro, en
parapente, y mostrarle el poder adquisitivo de un grupo de personas
que lo miraban a través de una cámara. A nivel ético fue un
acierto darle toda la importancia a su historia personal y por parte
del equipo la humildad y el respeto fue vital.
La relación que se formó
entre Mario y yo como director se fortaleció en el parque del
Poblado después del vuelo cuando por sugerencia de él me senté en
su silla y viví por un instante su visión, su altura, su realidad,
poniéndome a su nivel y así cerrando el círculo, el intercambio de
vivencias, él sintió por un instante lo que es volar y yo lo que es
rodar. Después de esto siento en Mario un deseo de amistad, yo en
lo personal encuentro en él un ejemplo de superación, ese es su
principal interés para realizar el documental, y lo ha logrado
conmigo. Mi deseo es lograr un retrato real, intenso de una
experiencia de vuelo, y fue altamente superado por sus gestos.
Ahora, mi responsabilidad es no desconocer esto, no olvidar a Mario
como quien logra sus objetivos y luego se va.